viernes, diciembre 28, 2012

La cultura en internet

El Búho, como suplemento cultural, apareció en el antiguo Excélsior en 1985. Allí estuvo casi trece años y consiguió un alto número de lectores, el respeto de la comunidad intelectual y, desde luego, diversos premios, entre ellos el Nacional de Periodismo en la rama cultural que concedía el gobierno de la república. Luego vino un acto de censura en mi contra, no en El Búho, sino en la sección editorial donde publicaba artículos políticos. Me vi obligado a renunciar a ambas tareas: si uno acepta la censura una vez, la tolera para siempre. Ante el silencio cómplice, escribí un artículo: “El callado golpe a la libertad de expresión”, que sólo una revista académica publicó.


Al dejar Excélsior, aquellos directivos, irritados, desaparecieron el suplemento. Conmigo se salió la mayor parte de los colaboradores, unos ochenta, entre periodistas culturales, escritores, artistas plásticos, críticos. Puedo decir que entonces nos vimos forzados a resucitar a El Búho ahora como revista. Esto fue hace más de trece años. Hicimos la revista sin ninguna experiencia y sin dinero. El tiraje inicial fue excesivo: diez mil ejemplares que se quedaron arrumbados, no teníamos aparato distribuidor. A los tres meses, optamos por imprimir la mitad y regalarla a quien lo permitiera. Tampoco fue fácil. Así vivimos mucho tiempo. Del bolsillo de Rosario Casco y del mío salían los dineros para pagar diseño, papel e impresión, también el envío de periodistas culturales. Finalmente los recursos se acabaron y optamos por mantenerla en internet, donde ahora aparece cada mes, con un diseño atractivo.

Sabemos que el futuro es internet, pero por ahora coexiste con los impresos y quedan millones y millones de lectores que prefieren o aman el papel. Cuando anunciamos que la revista dejaría de aparecer impresa, diversos colaboradores renunciaron al esfuerzo y dejaron de colaborar. En cambio, muchos jóvenes se han acercado a nosotros con sus materiales, a veces de buena manufactura. No ha sido fácil entrar de lleno a internet dejando de lado la revista impresa. Pero vamos avanzando pese al desinterés de los medios en la cultura.

Tenemos tres formatos para leer la revista: Online, Mutimedia y Básico. Los tres incluyen PDF de la revista completa. Hemos creado bases de datos que se actualizan cada vez que llega un número nuevo. El buscador funciona con facilidad, sólo hay que teclear la primera palabra y buscar. Existen, además, enlaces con Facebook y Twitter. Es posible buscar por autor, tema, título y artista. La portada siempre está destinada a un pintor de talento y aparecen los artículos más destacados. Haga la prueba: http://www.revistaelbuho.com/libro/144/index.html

Las personas pueden participar enviando artículos que, previamente valorados por el Consejo Editorial, estarán dentro del número que se les asigne. Se pueden suscribir para recibir actualizaciones mensuales. Los datos que nos hacen llegar los lectores para suscribirse son conservados de forma segura y la base de datos es confidencial. Los anuncios que tiene El Búho poseen su propio sistema de control, por fecha, para dar de alta o baja con facilidad la publicidad contratada. En este sentido, tenemos varios formatos, tamaños y lugares dentro de la revista para colocar los anuncios.

En la portada aparece todo el número de la revista Online con pequeñas entradas de cada artículo, tiene toda la información de colaboradores, artistas plásticos, etcétera. Su contenido posee un sentido útil, práctico, visual e informativo. Desde luego, cada escritor y artista plástico tiene su página y correo dentro de la revista. Tal información aparece desde la portada con el nombre de cada uno de ellos. Finalmente, el sitio está diseñado para que se visualice con facilidad en todos los navegadores.


Algunas estadísticas.

En octubre del 2010 la revista Online tuvo 53 visitas sin haberla anunciado.

De octubre a diciembre del año pasado, 2011, hubo 173 visitas a pesar de que seguíamos sin anunciarla. Pero en septiembre de 2012, el número de visitantes aumentó a 2,872. Cada uno consultó un promedio mínimo de 8 páginas, teniendo una lectura aleatoria de 103,514 por mes.

En 2011 los visitantes fueron 5,831 con una lectura promedio de 300,350 páginas en el año. A la fecha, tenemos 17,987 visitantes, con una lectura aproximada de 654,222 páginas. Los días de mayor lectura son sábados y domingos. El día que tenemos más visitas superan las 1,014 personas. Contamos con visitantes de todo el mundo. El mayor número es naturalmente de mexicanos. Luego los hay de EU, Argentina, España, Colombia, China, Ecuador, Perú, Francia, Finlandia, Alemania, Chile, Rusia, Gran Bretaña, Uruguay, Japón, Venezuela, Italia, y otros más.

Desde luego, hay mayor información en las páginas de Google, pero El Búho está incluido en más de 20 directorios importantes y en más de 2,000 distintos buscadores. El sistema operativo que tiene el 78% es Windows y el navegador principal es Internet Explorer. En un año, los visitantes en número de 1,271 entraron directamente desde la carpeta de “Favoritos”. Los restantes, a través de enlaces desde Facebook, el blog y la página web de René Avilés Fabila, director de la revista, Oleajes, Fundación René Avilés Fabila, Galería o a través de buscadores tecleando “El Búho”.

Por todo ello, velozmente explicado, es que consideramos tener una gran revista que ofrecer a los lectores de internet.

Opinión de René Avilés Fabila - 2012-11-26 - La Crónica

Jorge Ruiz Dueñas, poeta y promotor cultural

Jorge Ruiz Dueñas es uno de mis más talentosos amigos. Lo imagino triste en estos momentos a causa de la muerte del poeta brasileño Ledo Ivo, a quien tradujo y con quien llevó una cálida amistad. En estos últimos meses, Jorge ha publicado dos libros, uno de poesía y uno más de relatos de difícil clasificación: Juan José Arreola les diría varia invención o textos. Los narradores más recientes lo verían como nuevo periodismo. En cualquier caso, Jorge escribe con un estilo cuidado, fino y muy peculiar. Rico.


Políticamente le hago bromas: estudió y es experto en administración pública; el problema es que no hay más que administración de empresas, hasta el Estado es conducido como una fábrica, con criterios de escaso mérito social, particularmente bajo los dos angustiosos gobiernos panistas. Pero con estos métodos, debido a la globalización hecha bajo el peso de la economía de mercado, no hay más rumbo: los utilizan hasta los que se ven a sí mismos como “las izquierdas” y hasta hoy nada en el discurso de AMLO lo hace enemigo del capitalismo salvaje.

Jorge Ruiz Dueñas es una potencia como administrador o conductor de empresas o instituciones culturales. Dondequiera que ha trabajado, lo ha hecho de modo magistral, impecable. Así fue en la UAM, con la responsabilidad de la Secretaría General a su cargo. Convirtió al IMER en una empresa magnífica, de alto nivel; supo darle sentido a sus tareas: hacer radiofonía estatal y no privada. Como segundo de Víctor Flores Olea, primer presidente de Conaculta, le dio al naciente organismo un brillo especial y un orden severo y eficaz. Y lo mismo sucedió en el Fondo de Cultura Económica, donde estuvo bajo las órdenes de Miguel de la Madrid. Asombra su capacidad de trabajo y honestidad. Finalmente, multitud de jóvenes escritores, poetas y prosistas se han formado con su apoyo. Entre los muchos premios que posee, recibió en 1992 el Premio Nacional de Periodismo Cultural que entregaba con tino la Presidencia de la República.

Hace poco me tocó presentar, junto con Marco Antonio Campos y Bernardo Ruiz, su más reciente libro en prosa. Contratas de sangre. De mi parte leí un largo texto (obra en exceso sugerente) que publicará la revista de la UAM. Una multitud de ricas herencias son las que le permitieron a Jorge Ruiz Dueñas, un hombre de letras, cuentista, novelista, periodista, infatigable y eficaz promotor cultural, principalmente poeta, confeccionar este libro de título desconcertante: Contratas de sangre y algunas noticias imaginarias. Son sus recuerdos, lecturas, experiencias, los recuentos de una vida dedicada al trabajo y al culto literario, acaso periodístico si consideramos que el autor posee reconocimientos periodísticos, entre muchos otros. Jorge explica la génesis de su obra en las páginas iniciales. Pertenecen en rigor a una clase de nueva literatura, relatos que los nuevos tiempos no han dado con ideas ya depuradas, textos donde el escritor mezcla los géneros literarios con los periodísticos y la libertad es mucho mayor.

Jorge es de los pocos mexicanos que han podido exitosamente ejercer la novela, la poesía y el cuento. En esta ocasión, su libro contiene cuentos de corte tradicional, hasta donde él podría serlo, y relatos de difícil clasificación. Sin embargo, el placer que su lectura produce es infinito. Historia tras historia, el lector se sumerge en una obra magistral. Tenemos que insistir en que México es un país de notables cuentistas donde están Julio Torri, Juan José Arreola, Juan Rulfo, Edmundo Valadés, Inés Arredondo, Beatriz Espejo, José Revueltas, Rafael Solana, Carlos Valdés, Guillermo Samperio y muchos más y que, entonces, los lectores nacionales tienen al frente una amplia variedad de posibilidades. Contratas de sangre posee, a pesar de la diversidad de temas y tratamientos, una unidad que no es sencilla de explicar en pocas palabras, pero es de la estirpe que Borges le dio a sus libros de relatos, donde está, digamos, Historia universal de la infamia.

Hablar con Jorge Ruiz Dueñas no deja de ser desconcertante. Científico social, especialista en administración pública con más de media docena de voluminosos libros, es el poeta de musicalidad y ritmo impecables, el prosista certero que ha observado el entorno y lo ha modificado con sorprendente imaginación, el académico que sabe estimular la vida universitaria, que le queda claro que las funciones sustantivas sí son tres: docencia, investigación y la desamparada difusión de la cultura, el funcionario justo e innovador… En fin, es un intelectual consumado, un hombre que gusta de reflexionar cada paso. Para mí es un amigo insuperable, cuya relación jamás ha tenido mácula alguna.

Alguna vez, cuando Jorge obtuvo el Premio Nacional de Periodismo, ante un pequeño grupo de amigos, levantó su copa y en lugar de un discurso farragoso y pletórico de elogios personales nos dijo: Por la amistad. Quienes lo conocemos desde hace muchos años, como Carlos Montemayor (lamentablemente fallecido en plenitud intelectual), Marco Antonio Campos, Bernardo Ruiz, Sebastián, José Luis Cuevas, Sandro Cohen y yo, sabemos que para él la amistad es importante, tanto o más que el cumplimiento impecable de sus tareas, sean literarias, sean las del agudo promotor cultural que ha probado ser.

Opinión de René Avilés Fabila 2012-12-28 - La Crónica