miércoles, octubre 26, 2005

Los amigos y las amigas del Alma

Creo que las relaciones desde: amistad, familiares, amor están basados en la lealtad de los vínculos fortalecidos en la certeza de que somos seres en evolución, pero dotados de un lazo de durabilidad y confianza que existe en el corazón y en estar ciertos de que la palabra tiene un peso en el cosmos.

Amar es permanecer al lado de las personas que decimos o sentimos amar, amar es real, amar es duradero, amar es combatir aún el miedo y emerger desde las sombras para ser valientes.

Parece fácil, parece que todos somos capaces de esto, pero no es así. Existimos en un mundo solitario, siendo tantos millones apenas si nos damos tiempo para conocernos, preferimos huir que quedarnos a fortalecernos juntos, tememos salir lastimados y lastimamos. Nos convertimos en heridas sin esencia. Pero hay formas y formas .... el amor es para los valientes, los cobardes, tienen otro mundo, dentro del mundo –allá ellos o ellas- porque nada es bueno, ni malo; sólo existe lo que nos hace bien o nos hace mal. Y eso es una elección muy personal, por eso, cada cabeza es un mundo y cada corazón un territorio.

El hecho es que amar es un verbo transitivo porque va por libre. Es clarividente pero ciego, es central pero apartado, es océano a mitad de la tierra, es un guiño, una anticipación del paraíso; por eso va sin apellido. Huye cuando una lo quiere descifrar, se niega cuando lo quiere pronunciar y es un milagro tan simple que cabe en el corazón porque el amor empieza en amarse a uno mismo.

Septiembre/Octubre escoltan los encuentros, aquel idioma que conocí y que ahora me es ajeno. Ese lenguaje que catequizó mis años custodiando un amor que desde el inicio recibió delgados avances y largos silencios.

No me duele recuperar mis botellas que echo a la mar, no me duelen los asuntos cotidianos. No me entristece abrir tumbas para labrar sepulcros sin epitafio.

Me duele el fragor de las dalias que hermosas, no tienen aroma. Me duele el puño cerrado, me duele la franela que limpia el desmayo, el estanque que llora junto al río. Me duele ver que lo que miro es conocido para muchas personas -hombres o mujeres por igual-. Me duele la hoja blanca, la víspera del insomnio.

Las alas se resisten a quebrantar las promesas que desmantelan las desdichas, me duele que vayamos tan deshabitados de amor cuando más lo anhelamos. Me duele el adiós que taciturno se duerme en el mar. Pero más me dolería vivir en un mundo irreal, o aferrarme al pasado cuando lo que fue, no es más.

Los diarios están lleno de noticias más importantes, tupidos de rombos asesinos. Hay huracanes, perdidas, así que:

Un amor que se termina no tiene cabida en los telediarios -porque se terminan tantos a diario-. Pero igual significa destrucción. Igual se cae un hogar encima... igual duele, igual una queda con hambre o muerta de hambre, igual una tiene la idea de no respirar más ...

Desearía que el amor no pasara hambres, que todos esos hombres y mujeres que hoy perdieron a su amor recibieran una nota de condolencia y que alguien les dijera que: “los acompaña en el dolor”; porque todo lo que muere duele y la desesperanza camina por las cornisas de tantos y tantas que acunar ese luto podría, por mera casualidad, ser la primicia de que mañana llegará y hay que estar para verla salir de la niebla.